Localizada sobre una zona plantar, la queratodermia dinámica difiere de los queratomas puntuales ligados al apoyo, al roce articular o a presiones indeterminadas. Durante la marcha, las células queratinocíticas se enmarañan, se deslizan las unas sobre las otras, forman columnas que se inclinan hacia uno u otro lado, pero permanecen en conjunto. La unión dermoepidérmica conecta la dermis con la epidermis y facilita su flexibilidad durante el paso. Las líneas de Langer, o dermatoglifos, marcan el anclaje epidérmico a lo largo de líneas paralelas, hundidas, que resisten las tracciones de la epidermis, lo que explica el pliegue de las capas superficiales entre las líneas de Langer, el revestimiento epidérmico. El mecanismo continúa en tres etapas: primero una cresta gruesa y seca, a continuación el espolón y, a nivel del corion, el banderín o la lengüeta. Se observa el banderín sobre todo en los dedos en supra o infraductus, la lengüeta bajo la arcada anterior de un pie cavo y el espolón a nivel del reborde posterior del talón. La piel plantar presenta los efectos del cambio del eje corporal en la estática del pie, produciendo una rotación dermoepidérmica alrededor del eje de una articulación. El callo dinámico, síntesis puntual del conjunto, presenta un eje oblicuo.