La estrategia diagnóstica y terapéutica frente a la artritis reumatoide (AR) ha evolucionado de forma considerable en los últimos años, gracias a la aplicación de nuevos tratamientos (tratamientos de fondo, asociación de tratamientos de fondo, inhibidores del factor de necrosis tumoral [TNF]) y de nuevos conceptos. Entre éstos se pueden citar los enfoques diagnósticos actuales, la necesidad de una atención muy precoz a partir de los 3-6 primeros meses de la enfermedad, el control periódico de la actividad clínica en función de los índices objetivos y de la progresión radiográfica, o la utilidad de indicar de modo muy precoz tratamientos más «agresivos». El objetivo es provocar una remisión clínica y prevenir el deterioro radiográfico. Estos conceptos se apoyan en numerosos datos científicos. Hoy en día es necesario identificar pronto a los pacientes que tienen un riesgo de evolucionar hacia una AR grave, y controlar muy de cerca la actividad y la evolución de la enfermedad. Esto debería permitir que los pacientes cuyo estado avance con más rapidez reciban un tratamiento más «intensivo» (por ejemplo, asociación terapéutica o bioterapia) de forma muy precoz en la evolución de la enfermedad, para limitar el deterioro articular y la discapacidad funcional posteriores. Sin embargo, la atención médica multidisciplinaria se mantiene vigente y los métodos terapéuticos de la AR incluyen los tratamientos farmacológicos generales y locales, la información al paciente, la rehabilitación funcional y las ortesis, el enfoque médico-psicológico y la cirugía.