Tratamientos antifúngicos - 16/02/09
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Resumen |
Las infecciones micóticas que se ven en dermatología son esencialmente micosis superficiales que afectan a la piel, las faneras o las mucosas. En la práctica diaria se trata de dermatofitosis, candidiasis o pitiriasis versicolor. El arsenal terapéutico disponible en dermatología para el tratamiento de las micosis se beneficia de la búsqueda de nuevos antifúngicos activos frente a las micosis sistémicas. En la actualidad, se dispone de varias familias de antifúngicos: polienos (anfotericina B, nistatina), análogos pirimidínicos (flucitosina), griseofulvina, azoles (imidazoles, ketoconazol, fluconazol, itraconazol, voriconazol, posaconazol), alilaminas (terbinafina, tiocarbamatos (tolnaftato), morfolinas (amorolfina) e hidroxipiridina (ciclopiroxolamina), cuyas moléculas son empleadas por vía sistémica y/o por vía local. La elección de la molécula depende de su espectro de acción, su toxicidad, su farmacocinética y farmacodinamia, y de las posibles interacciones con otros medicamentos. Unas moléculas nuevas muy activas asociadas a numerosas formulaciones galénicas, permiten en la actualidad adaptar la formulación al tipo de lesión, lo que con frecuencia acorta la duración del tratamiento y facilita el seguimiento de los pacientes. Sin embargo, se observa un éxito terapéutico sólo si se establece correctamente el diagnóstico de micosis y si el tratamiento antifúngico de acompaña de medidas adicionales adaptadas al tipo de micosis.
El texto completo de este artículo está disponible en PDF.Palabras Clave : Antifúngico, Amorolfina, Azoles, Ciclopiroxolamina, Griseofulvina, Polienos, Terbinafina
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