En materia de reimplantación microquirúrgica digital se han producido numerosos progresos técnicos y tecnológicos desde que, en 1965, Komatsu y Tamaï realizaron la primera reimplantación de un pulgar. La experiencia de los equipos que practican esta cirugía ha permitido catalogar las indicaciones adecuadas para obtener un resultado funcional útil. Por otra parte, la cirugía experimental en el laboratorio y la experiencia empírica adquirida en la clínica han hecho posible una mejor valoración de la duración total de la isquemia y optimizar tanto las condiciones de transporte de los fragmentos amputados como el acondicionamiento del muñón proximal. La revisión a largo plazo de los resultados funcionales de estas reimplantaciones permite hoy establecer las indicaciones con rigor. La reimplantación microquirúrgica de un dedo no debe ser solo una proeza técnica, sino una intervención quirúrgica medida, con una indicación reflexiva y concertada, un desarrollo pautado, un porvenir previsible y, por último, beneficiosa para el paciente. La reimplantación digital solo es legítima si conduce a un resultado funcional útil.