Las cefaleas son muy frecuentes en el niño y pueden estar causadas por muchas etiologías. La mayoría de las cefaleas pediátricas son cefaleas primarias. Su diagnóstico se ve facilitado por la utilización de los criterios diagnósticos de la Clasificación Internacional de las Cefaleas de la International Headache Society, que, salvo la migraña sin aura, no difieren en pediatría de los del adulto. Las causas de las cefaleas son mayoritariamente benignas y están dominadas por las infecciones de las vías respiratorias y los traumatismos craneoencefálicos leves. En una minoría de pacientes, las cefaleas son secundarias a causas susceptibles de comprometer el pronóstico vital, siendo la más frecuente la meningitis purulenta. Las etiologías graves son raras y están representadas esencialmente por los tumores cerebrales y la hipertensión intracraneal idiopática. Otras etiologías se observan con menos frecuencia, pero se deben conocer, debido a las implicaciones terapéuticas: cefaleas postraumáticas, cefaleas secundarias a una leucoencefalopatía posterior reversible, a una trombosis venosa cerebral, a una malformación de Chiari, cefaleas atribuidas a una sustancia o a su privación, cefaleas atribuidas a un trastorno psiquiátrico, cefaleas o dolores faciales atribuidos a una afección del cráneo, del cuello, de los ojos, de los oídos, de la nariz, de los senos paranasales, de los dientes o de la boca.