En 30 años, los avances en los conocimientos epidemiológicos, virológicos y terapéuticos de las hepatitis virales han sido considerables. Para el médico general, las prioridades son la detección y el tratamiento, lo que implica el conocimiento de los factores de riesgo de infección y de los marcadores serovirológicos de infección, las comorbilidades hepáticas (principalmente, el consumo excesivo de alcohol y el síndrome metabólico) para un tratamiento higiénico-dietético y los tratamientos y sus indicaciones para optimizar la información y acompañar el tratamiento especializado. Para los virus de la hepatitis B o C (VHB, VHC), el acceso al tratamiento es fácil. Los análogos de nucleósidos/nucleótidos de segunda generación (entecavir y tenofovir) permiten la supresión del virus B en todos los pacientes que cumplen el tratamiento, pero deben continuarse de por vida. Un nuevo inhibidor de la entrada de los virus B y D (bulevirtida) ha obtenido la autorización de comercialización en 2021 para tratar la hepatitis B/delta, ya sea en monoterapia o, mejor aún, en terapia dual con interferón pegilado. En la actualidad, la infección por VHC se cura en más del 95% de los casos mediante combinaciones de antivirales orales, y cualquier manifestación hepática y extrahepática asociada suele ser reversible en caso de curación virológica. Es indispensable comprender que, incluso tras la curación virológica (VHD) o el control virológico prolongado (VHB), se justifica el seguimiento semestral de la enfermedad hepática en caso de fibrosis extensa (F3) o cirrosis (F4) preterapéutica para detectar complicaciones, en particular el carcinoma hepatocelular, lo que hace que la evaluación inicial de la fibrosis sea fundamental.