A pesar de los esfuerzos realizados en el ámbito de la prevención, los traumatismos faciales, como las heridas o quemaduras de los tejidos blandos, los traumatismos óseos y alveolodentales, así como las mordeduras de perro siguen siendo relativamente frecuentes en los niños. En la mayoría de los casos, estos traumatismos son tratados inicialmente por un médico, un pediatra o un médico de urgencias no especializado en la cara. Es indispensable conocer los principales síntomas que permitirán orientar el diagnóstico y solicitar las pruebas complementarias indispensables, así como los principales procedimientos e intervenciones que requieren un tratamiento por un cirujano especializado, bien de urgencia, bien, la mayoría de las veces, de forma diferida. Las principales situaciones que requieren un tratamiento de urgencia por un médico especializado son: las lesiones hemorrágicas, las lesiones con gran destrucción tisular, en particular las mordeduras, las fracturas del marco orbitario con incarceración de un músculo oculomotor (típicamente, una fractura en trampilla) y cualquier situación sospechosa de maltrato. Las heridas endobucales suelen pasar desapercibidas y pueden ser secundarias a acciones exteriores que entran en el marco del maltrato. Por tanto, el médico, incluso no especialista, debe reconocer las situaciones sospechosas de maltrato ante las circunstancias accidentales sospechosas para la edad, una anamnesis poco clara, lesiones no concordantes con la descripción del accidente y/o ante la presencia de lesiones traumáticas de diferente estadio evolutivo. Los países tienen leyes que permiten recoger y evaluar todas las informaciones preocupantes relativas a un menor en peligro o en riesgo de estarlo.