La aparición de un síndrome febril al regresar de un viaje es un motivo frecuente de consulta, con un amplio espectro diagnóstico que abarca desde una afección benigna autolimitada hasta una afección que pueda comprometer el pronóstico vital. Aunque el paludismo sigue siendo una causa frecuente de fiebre, que siempre se debe plantear como primera opción, no hay que olvidar otras enfermedades tropicales, que además del riesgo médico individual suponen un riesgo colectivo de importación y de diseminación. Tampoco hay que olvidar las enfermedades comunitarias cosmopolitas, que representan una parte considerable de los diagnósticos. Hoy en día, el tratamiento de estas afecciones del regreso constituye un verdadero desafío por el desarrollo de la resistencia bacteriana a los antibióticos, de enfermedades emergentes y por el propio perfil de los viajeros. Dicho tratamiento consiste en un estudio diagnóstico riguroso basado en la exploración física y en algunas pruebas complementarias sencillas.