La contaminación atmosférica es el resultado de una mezcla compleja de contaminantes que proceden de fuentes antrópicas (tráfico automovilístico, transportes aéreos o marítimos, producción de energía, industrias, fábricas de incineración, calefacción doméstica, agricultura) y de fuentes naturales. Según la Organización Mundial de la Salud, el 23% de los fallecimientos en el mundo se debería al medio ambiente. Los contaminantes se clasifican en contaminantes en partículas y contaminantes gaseosos. La exposición a la biomasa en los países emergentes y con un bajo nivel de ingresos supone un auténtico problema de salud pública, con un mayor riesgo de infecciones respiratorias y asma en mujeres y niños. En los países con un elevado nivel de ingresos, se conoce el impacto de la contaminación incluso para niveles de contaminación por debajo de los umbrales de alerta. La exposición a la contaminación empieza en la vida intrauterina y existe una ventana de vulnerabilidad de los contaminantes sobre el crecimiento pulmonar entre el nacimiento y la edad adulta. El concepto de exposoma corresponde a la consideración de todas las exposiciones acumuladas desde la preconcepción que pueden tener un impacto sobre la salud humana. La exposición a los diferentes contaminantes aumenta el riesgo de infecciones respiratorias, asma, rinitis y sensibilización. La exposición a la contaminación por partículas aumenta el riesgo de desarrollar una enfermedad pulmonar obstructiva crónica.