Las anomalías ortopédicas del recién nacido son numerosas y no todas pueden ser conocidas por el pediatra. Sin embargo, la exploración física debe ser rigurosa y lógica para no olvidar algunas partes de ésta. La exploración debe comenzar por la columna vertebral, seguida de los miembros superiores, antes de centrarse en los miembros inferiores. Las cuatro patologías más frecuentes en el período neonatal son el tortícolis congénito, la parálisis obstétrica del plexo braquial, la luxación congénita de cadera y las deformidades del pie. Las condiciones de la exploración física son esenciales para poder realizar la detección en buenas condiciones, por lo que a menudo es necesario repetirla no sólo durante la estancia en la sala de maternidad, sino también durante las primeras semanas de vida. La solicitud de pruebas complementarias casi nunca es necesaria durante la estancia en la maternidad, pero puede serlo rápidamente en caso de luxación congénita de cadera. El papel del pediatra no es tanto el de dirigir el proceso terapéutico, que es más bien responsabilidad del ortopedista pediátrico, sino, una vez que se ha hecho el diagnóstico, encontrar las palabras adecuadas para dirigirse a las familias a fin de no preocuparlas o tranquilizarlas equivocadamente