Las sorderas del adulto forman parte de los marcos nosológicos condicionados por la naturaleza de la sordera. Por lo tanto, la primera etapa diagnóstica consiste en calificar el déficit auditivo, que puede ser una hipoacusia de transmisión, de percepción o de tipo mixto. Se basa ante todo en las exploraciones funcionales auditivas (audiometría tonal, audiometría vocal, impedanciometría). El marco nosológico en las sorderas de transmisión se define por el aspecto otoscópico. Para las sorderas de percepción, el marco nosológico depende de la naturaleza endo o retrococlear de la sordera así como del modo de aparición, aguda o repentina. Las pruebas de imagen son indispensables y se basan fundamentalmente en la tomografía computarizada (TC) del oído medio en caso de sordera de transmisión y la resonancia magnética (RM) y la TC en caso de sordera de percepción.