La criptorquidia engloba un amplio espectro de anomalías de gravedad y de complejidad diferentes. Esta patología no debe subestimarse cuando se conocen sus posibles consecuencias posteriores, sobre todo en lo referente a la fertilidad. Los equipos que tratan a estos pacientes deben poder hacerse cargo del tratamiento tanto de una criptorquidia unilateral como de un testículo no palpable bilateral. Esto supone disponer de un entorno adecuado, tanto médico (en particular con facilidad para recurrir a un endocrinólogo pediátrico), como quirúrgico con experiencia en laparoscopia pediátrica, sin olvidar a los especialistas en anestesia pediátrica, pues actualmente se recomienda de forma unánime la cirugía antes de 1 año en las formas congénitas.