La patología del músculo estriado afecta preferentemente a la persona que realiza una actividad física a menudo intensa, pero raramente se debe al azar. Las lesiones musculares afectan principalmente a los miembros inferiores, con una alta prevalencia de las lesiones de los isquiotibiales y a continuación de los gastrocnemios. Tras una anamnesis minuciosa, el médico puede establecer un primer diagnóstico clínico preciso de la lesión y aplicar medidas terapéuticas inmediatas. Se recomienda aplicar el protocolo POLICE (protección, carga óptima, hielo, compresión, elevación) antes de volver a valorar al paciente unos días después del traumatismo para establecer un diagnóstico de gravedad. Cuando se valora de nuevo al paciente en consulta, el médico puede realizar una ecografía con el fin de valorar el tipo de tejido afectado, muscular, conjuntivo o mixto, y precisar la evolución de la lesión al cabo de unos días. Se puede efectuar una resonancia magnética (RM), pero sólo en casos determinados de lesión profunda poco accesible para la ecografía. De esta forma, el médico puede estimar el tiempo necesario para que el paciente retome su actividad deportiva y comenzar un tratamiento rehabilitador adaptado. El reinicio completo de la actividad se realizará a los 15 días o a los 3 o 4 meses en función de la gravedad. Pueden aparecer secuelas debido a un tratamiento inadaptado o por un reinicio demasiado precoz de la actividad ligado a imperativos personales o cuestiones financieras en los deportistas de élite. Estas complicaciones pueden diagnosticarse y tratarse con la ayuda de las pruebas de imagen. Con el fin de limitar la aparición de estas lesiones musculares, se deberían incluir medidas de prevención en la preparación física del deportista: refuerzo muscular adecuado; pruebas isocinéticas para valorar la relación entre estos grupos musculares y detectar un posible déficit de fuerza muscular; entrenamiento calibrado, mantener un buen estilo de vida y recuperación óptima que incluya sueño y masajes.