Los tumores testiculares de la infancia están principalmente representados por los tumores germinales y los tumores estromales, seguidos de otros tumores más raros como los gonadoblastomas o las localizaciones secundarias a leucemias. Entre los tumores germinales, el tumor del saco vitelino es, con mucho, el tumor maligno más frecuente en el lactante, por delante del teratoma testicular. La medición de las concentraciones de alfa-fetoproteína (AFP) tiene un papel crucial en el diagnóstico, ya que concentraciones elevadas de AFP indican la presencia de un componente vitelino que obliga a la orquiectomía. Si los marcadores tumorales son negativos, se puede intentar ser conservador en los niños pequeños. La cirugía de los tumores testiculares debe realizarse por vía inguinal, previa ligadura del cordón espermático. Los tumores germinales malignos localizados y extirpados totalmente no requieren ningún tratamiento complementario. En caso de extirpación incompleta, diseminación de la enfermedad o metástasis, los tratamientos adyuvantes consisten en las asociaciones de quimioterapia, incluidas las sales de platino. El pronóstico de los tumores germinales malignos del testículo es bueno, con una tasa de curación superior al 80%.